Quienes seáis habituales por estos lares, recordareis que hace tiempo os hablé de un encargo que recibí sobre una figura de El Eternauta.
Y es posible que también os hayáis acordado de mis progenitores al ver que pasaban los meses y yo no acababa de cumplir mi promesa de subir las fotos de la susodicha figura al blog. Por causas que no viene ahora a cuento explicar, lo cierto es que me había olvidado de ese tema. La semana pasada, desgraciádamente, lo recordé. A las 6 de la madrugada del jueves 11 al viernes 12, me enteré de que hacía escasas 2 horas, había muerto en Buenos Aires, a los 82 años, Francisco Solano López, sin duda uno de los más grandes historietistas que Argentina ha dado al mundo.
Historietista imprescindible, de una fina y certera plasticidad en sus dibujos, Solano nos ha legado obras como "Slot Barr" (con guión de R. Barreiro), "Kelly Ojo Mágico", "Ana", "El instituto", y un largo etcétera que lo hacen merecedor de estudio e incuestionable reconocimiento por su valiosa aportación al noveno arte. Pero es sin duda la coautoría, junto al guionista Héctor Germán Oesterheld, de "El Eternauta", lo que ha convertido a Solano en una leyenda. Por que "El Eternauta", es decir, ese héroe del pueblo, pacífico e inagotable al desaliento que es Juan Salvo, es mucho más que una historieta de ciencia ficción. Es un canto a la lucha justa por la libertad, y la denuncia y advertencia de lo que, sumados el poder desaforado, el odio, la avaricia y falta de ética, dan como resultado.
Leí "El Eternauta" de niño, y me marcó para siempre. Yo era un niño, y lo sigo siendo, que gustaba de las historias de ciencia ficción, tanto, que no me importaba el medio por el que me llegasen. Cine, literatura, cómic... cualquier forma de expresión era bien recibida por mí si me contaba historias de exploradores de otros mundos, de futuros probables o imposibles, o de invasiones extraterrestres. La práctica totalidad de aquellas historias que me hacian soñar mirando las estrellas, acontecía en Estados Unidos. A mí, desde España, los U.S.A, con un idioma e indiosincrasia que yo no comprendía, me resultaban muy lejanos, casi tanto como Marte. Así que yo me sentía tan a salvo de una posible invasión extraterrestre, como Hemingway de los toros viendo los San Fermines desde un balcón.
Lo normal, en caso de invasión, era que atacaran algún lugar del medio oeste norteamericano, y no Madrid o Gijón. Pero toda esa tranquilidad cambió para mí con la lectura de "El Eternauta". Los argentinos y yo, con nuestros matices, hablábamos la misma lengua, estábamos en el mismo planeta. "Ellos", los extraterrestres, habian invadido Buenos Aires, y en mi mentalidad infantil, la capital argentina resultaba mucho más cercana que Chicago o Milwaukee. "Ellos", los invasores, también podian invadir Madrid o Gijón.
Miré con recelo caer los copos de nieve durante largo tiempo. Con los años, he dejado de mirar al cielo buscando invasores, pues he aprendido que la tierra está llena de "Ellos", e infestada de Cascarudos. Y con cada relectura de "El Eternauta", sueño con ver el día en que el espíritu de Juan Salvo invada las conciencias de los seres humanos para siempre.
El pasado día 12, Liniers publicaba en su blog un precioso homenaje a Solano que decía "hoy llueve fuerte en Buenos Aires". Mientras escribo estas líneas, 3 madrugadas después, oigo cantar a las gaviotas, que siguen anunciando lluvia en Gijón. Y yo, mientras pienso en Solano y escucho tangos, lluevo. Lluevo mucho y sigo lloviendo con Buenos Aires, por mi Eternauta querido.
P.D.: Muchas gracias a la imprescindible Isa, por hacerme este video a la carta, y a tod@s los argentin@s y demás habitantes del continente americano que me consta seguís el blog de este humilde artista del trapecio. Besos, abrazos y achuchones múltiples para tod@s.
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