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martes, 16 de agosto de 2011

Héctor Germán Oesterheld, memoria eterna.

Entre 1974 y 1979, 656 personas fueron desaparecidas en la provincia de Tucumán, Argentina. Decir "desaparecidas" es un eufemismo bien intencionado, pues en realidad fueron secuestradas, torturadas y asesinadas.



En 1976, yo tenía dos años, gustaba de jugar con un osito de peluche llamado Peposín, y pasaba las horas mirando fascinado girar los vinilos de mi madre en el tocadiscos de mi padre. Mientras, en Tucumán, unos malnacidos jugaban a ser Dios con las vidas ajenas y "desaparecian" a una joven de 24 años, Diana Irene Oesterheld Sánchez, y a su marido, Raul Araldi. Ella era hija de Héctor Germán Oesterheld y Elsa Sánchez, y estaba embarazada de 6 meses. El crimen fué triple. A Oesterheld y su mujer, Elsa, les quedaban otras tres hijas y dos nietos. Entre 1976 y 1977, esos mismos malnacidos con voluntad de psicópata, embriagados de odio y fascinados con el ejercicio de la violencia de estado, hacian girar su ruleta y "desaparecian" una a una a Beatriz de 19 años, Estela de 25, y Marina de 18. Todas Oesterheld Sánchez. Todas "desaparecidas", incluyendo otro yerno, y otro embarazo. "Ellos", nunca tienen bastante.

El 21 de Abril de 1977, Hector Germán Oesterheld, era "desaparecido" a los 60 años, por los mismos tipos, de iguales uniformes. Con su "desaparición", el mundo de la historieta en lengua española, perdía, más que probáblemente, a su narrador más importante e influyente. Nadie ha sabido como él entretener enseñando, ni enseñar entreteniendo a través del lenguaje del cómic. Creó al "Sargento Kirk", con dibujos de Hugo Pratt, enmarcado en el western, pero a diferencia del resto del género, nadie como Kirk enseñaba a desconfiar del poder, ninguno expresaba su templada y lúcida rebeldía. Con "Ernie Pike", también con dibujos de Hugo Pratt, se sumergió en el género bélico. Pero sus historietas bélicas, sus cuentos de guerra, no hablaban de los mismos héroes impostados que el resto. Oesterheld se valía de la guerra para mostrar su absurdo e inutilidad, con un claro objetivo, la confraternización entre enemigos, es decir, la paz.

Con "El Eternauta", su creación más emblemática, con dibujos de Solano López y Alberto Breccia, traspasó las fronteras del cómic, rebasó los marcos de las viñetas, y creó un héroe eterno, y una historia atemporal que nos advierte de los peligros del abuso del poder. Esos "Ellos" que aparecen en "El Eternauta", tuvieron cara en los 60 y 70, y desgraciadamente, siguen teniendo cara hoy. Una cara que muta con el tiempo y sus circunstancias, y que hacen que Juan Salvo, El Eternauta, siga teniendo vigencia, y resultando tan necesario hoy, como lo fué entonces.
En 1998, durante un homenaje que se le rindió en la Semana Negra de Gijón, el dibujante José Muñoz, como respuesta a ¿qué propone Oesterheld en su obra?, decía "humanismo, amistad de la buena y la casi perenne convicción de que no es obligatorio para vivir, ser un hijo de puta, un asesino, un imbécil moral, un exhibicionista de la ignorancia y las demás lacras que oscuren nuestro tiempo en el mundo". Yo, suscribo sus palabras a pies juntos.
Ayer os hablaba de "El Eternauta", a cuento del fallecimiento de Francisco Solano López. Hoy, quiero hablaros de "La mujer del Eternauta", un largometraje documental dirigido por Adán Aliaga, que repasa la vida de Elsa Sánchez, viuda de H.G. Oesterheld. De aquella familia argentina formada por un padre, una madre, cuatro hijas, dos yernos, dos nietos y dos más en camino, decidieron "Ellos", los asesinos, que sólo quedaran vivos Elsa Sánchez, y sus dos nietos, Martín y Fernando. Este documental que os recomiendo encarecídamente, cuenta su historia. Y nadie mejor que Elsa Sánchez puede contarla, por que Elsa es la heroina de esa triste historia, Elsa es la mujer del Eternauta. Y El Eternauta es el garante infinito del legado y memoria eterna de Héctor Germán Oesterheld. Un escritor que fué historietista, y un ser, que fué, es y será, humano, y por ello, imprescindible.