Rubén Pellejero, Jose Manuel Estébanez y yo mismo, durante la presentación oficial de la figura.
Cuando queda poco más de un mes para que comience la XVI edición de las Jornadas de Cómic de Avilés, y algo menos para que se haga pública la figura conmemorativa de este año, os traigo las fotos de la miniatura de la pasada edición. Se trata de Dieter Lumpen, el cínico y clásico aventurero creado en los 80 por el tandem Jorge Zentner y Rubén Pellejero. Todo un lujo, pues se trata de uno de mis personajes favoritos de su generación. Su primera aventura fué "Un puñal en Estambul", y de ahí la exótica escenografía en la que Dieter apoya su espalda a la espera de una nueva página de su trepidante historia.
El ejercicio de estilo desplegado en la serie Dieter Lumpen, lo enmarca directamente en el Olimpo de la mejor tradición de la BD (Bandé Dessiné), dicho de otro modo, del cómic franco-belga. Por otro lado, su estética lo acerca, y nos transporta, al cine negro norteamericano de los 40/50, ese que supo captar de forma impecable entre sombras y luces las atmósferas de las obras literarias de Raymond Chandler, Dashiel Hammet o J.L.Thompson. Y tal vez por esta última cuestión esté colgando hoy este post. Podría escribir mucho sobre Dieter Lumpen, y mucho más sobre ese virtuoso del 9º arte que es Rubén Pellejero, pero estoy seco.
Hoy se ha clausurado la 24 edición de la Semana Negra de Gijón, y tras exprimir una intensa semana que dura diez dias, me he quedado sin palabras que articular, ni escribir. Y es que en ese macro-festival literario, multicultural y poliédrico, que es la SN , los dias son de un negro opaco, y las noches, blancas hasta el amanecer. Y es que la realidad de los tiempos inciertos que corren es negra, muy negra. Y es negra aquí, allá y acullá. Y es negra por delante y por detrás. Y es negra por arriba y aún más negra por abajo. Y es tan negra, que tanta negrura hace que uno sienta la necesidad de refugiarse en la noche, alargándola en el placer del encuentro y el reencuentro. Platicando en espiral, compartiendo de forma incondicional. Bebiéndose el tiempo, fumándose el espacio, cantándose tangos, llorándose corridos, riéndose del hoy y el ayer, comiéndose a dentelladas el mañana. Y es que no hay nada como ser consciente de la realidad del mundo para vivir según el carpe diem. Prometo hablaros con más calma sobre la SN, y mi paso por ella. Por el momento, para aquellos que no la conozcan, diré que, si en una coctelera mezclas un grupo japonés con la fotografía en blanco y negro de los cuarenta, le añades una buena dosis de negritud jazzística, y una pizca de chanson francesa, el resultado es una suerte de canto al mestizaje como medio, el intercambio cultural como principio, y la evolución como fin. Pues eso, es la Semana Negra.
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