IRES, DEVENIRES, Y REFLEXIONES ESCRITAS EN VOZ BAJA.
viernes, 15 de junio de 2012
Una mañana de primavera.
Para un animal nocturno como yo, las mañanas suelen ser tan escasas, como predecibles. Las de verano suelen ser de un intenso y cegador amarillo; las de otoño, de un melancólico y tristón ocre; y las de invierno, de un gélido y resplandeciente blanco... Pero, una mañana de primavera... es impredecible. Es una explosión indefinida de color. Un exuberante renacer, donde la lluvia se mezcla con el sol en un arco iris de vida, donde la naturaleza juega al despiste con el clima, y donde cada mañana, es cambiante, diferente... Mágica.
Creo que fue una tarde, y no una mañana, pero estoy seguro que fue en primavera, hace unos 14 años, cuando conocí en Barcelona a una encantadora pareja de chilenos. Nos presentó un amigo común, y recuerdo aquel día con mucho cariño. Fue una tarde agradable, de compartir y descubrir, de reposado paseo, interminable tertulia, y no carente de una deliciosa merienda. Él, Félix, lleva el arte en las venas. Ella, Mónica, la sabiduría intuitiva de la madre tierra, es decir, la Pachamama, o más concretamente, la Ñuke mapu. La pachamama (que deriva del aimara y quechua, pacha: tierra) es, para los pueblos indígenas de los andes centrales, una deidad que representa la Tierra y la naturaleza en su conjunto. La Ñuke mapu (madre tierra) es lo mismo para los mapuches, salvo por un importante matiz, para ellos la "madre tierra" no es una deidad, sino la integración, interacción, y reciprocidad del mundo, el cosmos, y sus habitantes, como un todo.
Mónica es mapuche, y nieta de una machi. Los mapuches son un pueblo indígena, cuyos dominios originarios se extienden (y debieran seguir haciéndolo) entre el sur de Chile y el suroeste de Argentina, y cuya traducción al castellano sería "gente de la tierra" (Mapu: tierra/ Che: gente). Las machis, son una especie de chamanas, autoridades religiosas, u oráculos, encargadas de velar, aconsejar y proteger al pueblo mapuche.
Cuando mi camino se cruzó con el de tan sin par pareja de chilenos, yo ya conocía el término pachamama por varias fuentes, pero nunca lo había oído mencionar de forma tan intensa, sentida y profunda, como en boca de Mónica. Cobró entonces para mi un sentido distinto, envolvente... como en espiral. Mi percepción de la naturaleza se multidimensionó, y de pronto, pude verla, y comprenderla, con una perspectiva infinita, como un todo.
Con los años, nos hemos ido encontrando y reencontrando en el camino, y no ha habido ni una sola, desde esa primera vez, que no haya aprendido con Mónica algo aparentemente sencillo, y conceptualmente profundo y complejo.
Unos 7 ú 8 años después de aquella tarde, hice para el catálogo de Fontegrís esta obra, "Una mañana de primavera".
Digamos que un hombre árbol, como metáfora del género humano, obsequia a la Madre Tierra con una ofrenda floral, y ella, en un acto de reciprocidad, le regala un pájaro como símbolo de libertad. Resulta evidente que está inspirada por ese concepto de pensamiento en espiral de la Ñuke mapu del pueblo mapuche. Y es evidente también, que el poso de aquella tarde de primavera, maceró y se mantuvo el suficiente tiempo en mi cabeza, como para devolverlo a través de mis manos convertido en miniatura. La viñeta aún se mantiene en catálogo, y puede conseguirse en kit (a montar y pintar) en Fontegrís.com, o bien pintada en MarcoNavas.com.
Comenzaba este post recalcando lo colorista de la primavera, pero la verdad es que ésta está viniendo especialmente teñida por noticias malas, tristes y descoloridas. La tensión y crispación va en aumento, y las ciudades, se están volviendo de un gris cada día más oscuro, claustrofóbico, asfixiante, atosigante... Tanto es así, que hasta un recalcitrante urbanita como yo, empieza a plantearse muy en serio tomar el camino opuesto al de mis abuelos, abandonar la ciudad, y trasladar la Marcueva al entorno rural, en busca de algún lugar perdido, en la naturaleza. La bella hortensia con la que comparto mi vida y este trapecio, se pondrá muy contenta cuando se encuentre en la mañana tal afirmación escrita. Y es que ya os lo dije desde el principio, que hay algo mágico en el primer verdor, que hace que todo sea posible, en una mañana de primavera.
P.D.: Que conste que la paupérrima maquetación del artículo, es fruto del lamentable nuevo programa impuesto por Blogger.
sábado, 2 de junio de 2012
De muros de tiempo, y espacios de red.
Aunque mes y medio tarde, os anuncio que ya podéis visitar, y de paso os recomiendo que lo hagáis, la nueva web de Marco Navas, que es obra, gracia, y savoir faire de la otra mitad de este trapecio, Isabel Celada. El tiempo transcurre deprisa, tanto, que sin apenas darme cuenta, han pasado casi dos meses desde la última vez que actualicé este blog. Suficiente razón para hacerme pensar que, a todas las personas que tenéis a bien pasaros por este espacio de vez en cuando, os debo una explicación... Y como diría el gran Pepe Isbert, esa explicación que os debo, os la voy a dar.
En los últimos dos meses, he mantenido la misma rutina frenética de trabajo, encargos, proyectos, idas y venidas, a la que acostumbra este humilde e inquieto artista del trapecio. Pero también he estado inmerso en eso que llaman pedante, y desacertadamente, web 2.0. Y digo desacertadamente, por que yo creo que debería llamarse web 5.5. Con perdón, por la mala y grosera rima. Me resultaría cansino dar una larga explicación al respecto, y tampoco creo que resulte de interés general mi opinión, pero resumiendo diré, que eso de la web 2.0. es un nuevo cuento chino (o gringo), una nueva quimera, una burbuja frágil y fugaz como una pompa de jabón, efímera cual voluta de humo... Una manera de hacer esclavo de sí mismo al profesional de lo que sea, haciéndole creer que la web 2.0 es esa panacea de promoción sin la cual no podrá existir ni sobrevivir como tal.
Como dice un amigo, "chinito no tlagal", es decir, personalmente, no me lo creo. Es lo que tiene ser incrédulo hasta el ateismo. Pero... En fin, a estas alturas ya sabréis que pese a mis reticencias, que siguen siendo las mismas, he claudicado ante los que me insistíais en que debería estar en facebook. Y ahí estoy. Y así se han esfumado dos meses, sin aparecer por este espacio, y liado con el nuevo juguete. Mis días siguen teniendo 24 horas, y mantener activos blog y caralibro supone un tiempo extra a sumar, a las ya muchas horas que dedico al trabajo. Dicho esto, confío en reanudar la actividad habitual del blog a partir de este post, a razón de 2 ó 4 artículos mensuales. Así mismo, os confirmo que mantendré activo el perfil de facebook, al que por supuesto estáis invitadas todas las personas humanas que acostumbráis a acompañarme en esta travesía internáutica. Espero haceros disfrutar también de ese muro, a pesar de que yo, tratándose de muros, soy más partidario de tirarlos, que de levantarlos. Y ya que estas líneas han ido tomando cariz de quejío y lamento, y que el post va de muros... Os dejo, y me quedo, soñando al compás de esa maldita pared... ;-)
martes, 3 de abril de 2012
Lo llaman Primavera, y no lo es.
En 1809, tras la entrada en España de una notable fuerza militar francesa, con el propio Napoleón al mando, las tropas expedicionarias británicas, mandadas por Sir John Moore, se vieron forzadas a retirarse de la península. Los ingleses, hubieron de cruzar los montes gallegos bajo las inclemencias climatológicas de un duro invierno, conviviendo con la fatiga y el hambre, y con el permanente hostigamiento de la vanguardia de las tropas francesas, que Napoleón había dejado en manos del mariscal Soult, a sus espaldas.
El objetivo de las tropas británicas era llegar al puerto de La Coruña, donde barcos de la Royal Navy esperaban para su repatriación. Para el exitoso cumplimiento de su misión, el general Sir John Moore, se vió obligado a plantar cara al ejército francés a las puertas de La Coruña. Tal acontecimiento sucedía un 16 de Enero de 1809, en el llano de Elviña, a los pies de La Coruña, en el marco de las guerras napoleónicas, más concretamente de la llamada en España "Guerra de la Independencia", conocida en el mundo anglosajón como "Peninsular war", y mal aceptada en Francia como "humillante tropiezo de Napoleón". 9.000 vidas les costó a los ingleses, incluyendo la del general Sir John Moore (muerto por bala de cañón), la evacuación de unos 13.000 compatriotas. Para Inglaterra, fué una victoria más moral que real, similar a la que años más tarde tendrían en Dunkerque, al comienzo de la Segunda guerra mundial. Estos hechos pasarían a la historia como "La batalla de La Coruña, o Elviña".
El pasado viernes 23 de marzo, mientras paseaba por la ciudad que habito, una extraña sensación me trajo el recuerdo de esta obra, que representa un soldado inglés del 95th de Rifles en la citada retirada, y que realicé hace tiempo para la colección privada de P.R. Devolver un libro y comprar pintura, fueron suficiente pretexto para salir de la Marcueva un rato. Se cumplía un día de la llegada de la primavera, el cielo lucía azul, y la luz que se filtraba por las ventanas invitaba a salir al mundo exterior. Con tal estampa, uno espera sentir el cálido abrazo de los rayos solares en ese despertar del letargo invernal, que es la primavera. Pero lo que obtuvo al poner un pie en la calle, fue el cortante impacto corporal de un gélido frío polar. No me dejé amilanar por eso, al fin y al cabo, soy un chico del norte (aunque sea el norte del sur). Eché mano del fular que suelo llevar en el kit de supervivencia y me dispuse a caminar con más brío, decidido a que el frío no me privaría del placer de ver los campos florecer (quien dice campos, véase jardines).
Y no, no fue el frío quien me nubló la tarde. Tras días de encierro volcado en terminar un encargo complicado, había olvidado que ese viernes, era el último día de campaña a las elecciones autonómicas del planeta Axturias. Es decir, ese día que los partidos políticos usan para insuflar ánimo a militantes y simpatizantes, intentar convencer a los indecisos, y dar la chapa a los incrédulos. La ciudad estaba empapelada, y dicho sea de paso, necesitada de un buen desempapelador que la desempapele. Allí donde había una farola, o una pared, había un cartel con propaganda electoral. Los había de todos los colores. Varios tipos de azul, varios rojos, algún que otro verde, y hasta magenta. Una amplia gama de colores cargados de promesas de revertir el gris oscuro casi negro que ensombrece el día a día.
También era amplia la variedad de mensajes de los candidatos. Estaban los que ofrecían seriedad, los que aseguraban compromiso, quienes garantizaban honradez, los que llamaban a la rebelión, y hasta uno que ofertaba ideas. Todos con el mesiánico discurso de ser la solución. Todos con un objetivo común, "vote hoy, aunque mañana haya de arrepentirse, vote!". Todos con un denominador común en su foto de portada, una lógica y blanqueada sonrisa profident. Y digo lógica, por que es de entender que hace falta mucho blanqueador para ocultar tanto sarro. Sin duda, difícil tarea. Huelga decir que en el centro de la ciudad no faltaban los coches de los partidos lanzando vía megáfono sus últimas ofertas. Como podréis imaginar, mi ilusión por embriagarme de la explosión floral de la primavera, se tornó en la necesidad de embriagarme de una bebida epirituosa cualquiera. Y es que hasta en primavera, resulta difícil ver flores entre tanto capullo (dicho sea sin acritud, ni ánimo de ofender). Al final, el resultado electoral se ha quedado en tablas. Fifty-fifty para los equipos Rojo y Azul, y pleno al One para el equipo Rosa Fucsia (por que no, no es magenta). Durante toda la campaña, todos coincidieron en la manida arenga, "todos juntos, hombro con hombro, saldremos a delante". A juzgar por sus actos en el actual tiempo de pactos, nunca un "todos" fue más excluyente, ni una mentira más repetida. Por lo que a mi respecta, ese aciago viernes, no vi más flores que las de un par de floristerías a mi paso, y ya fuera por la sobredosis propagandística, o por el frío polar, me volví a la Marcueva con un constipado de narices (nunca mejor dicho, ni tan generosas narices). En fin, moraleja, hay que cuidarse del engañoso comienzo de la primavera, puede hasta matarnos.
El objetivo de las tropas británicas era llegar al puerto de La Coruña, donde barcos de la Royal Navy esperaban para su repatriación. Para el exitoso cumplimiento de su misión, el general Sir John Moore, se vió obligado a plantar cara al ejército francés a las puertas de La Coruña. Tal acontecimiento sucedía un 16 de Enero de 1809, en el llano de Elviña, a los pies de La Coruña, en el marco de las guerras napoleónicas, más concretamente de la llamada en España "Guerra de la Independencia", conocida en el mundo anglosajón como "Peninsular war", y mal aceptada en Francia como "humillante tropiezo de Napoleón". 9.000 vidas les costó a los ingleses, incluyendo la del general Sir John Moore (muerto por bala de cañón), la evacuación de unos 13.000 compatriotas. Para Inglaterra, fué una victoria más moral que real, similar a la que años más tarde tendrían en Dunkerque, al comienzo de la Segunda guerra mundial. Estos hechos pasarían a la historia como "La batalla de La Coruña, o Elviña".
El pasado viernes 23 de marzo, mientras paseaba por la ciudad que habito, una extraña sensación me trajo el recuerdo de esta obra, que representa un soldado inglés del 95th de Rifles en la citada retirada, y que realicé hace tiempo para la colección privada de P.R. Devolver un libro y comprar pintura, fueron suficiente pretexto para salir de la Marcueva un rato. Se cumplía un día de la llegada de la primavera, el cielo lucía azul, y la luz que se filtraba por las ventanas invitaba a salir al mundo exterior. Con tal estampa, uno espera sentir el cálido abrazo de los rayos solares en ese despertar del letargo invernal, que es la primavera. Pero lo que obtuvo al poner un pie en la calle, fue el cortante impacto corporal de un gélido frío polar. No me dejé amilanar por eso, al fin y al cabo, soy un chico del norte (aunque sea el norte del sur). Eché mano del fular que suelo llevar en el kit de supervivencia y me dispuse a caminar con más brío, decidido a que el frío no me privaría del placer de ver los campos florecer (quien dice campos, véase jardines).
Y no, no fue el frío quien me nubló la tarde. Tras días de encierro volcado en terminar un encargo complicado, había olvidado que ese viernes, era el último día de campaña a las elecciones autonómicas del planeta Axturias. Es decir, ese día que los partidos políticos usan para insuflar ánimo a militantes y simpatizantes, intentar convencer a los indecisos, y dar la chapa a los incrédulos. La ciudad estaba empapelada, y dicho sea de paso, necesitada de un buen desempapelador que la desempapele. Allí donde había una farola, o una pared, había un cartel con propaganda electoral. Los había de todos los colores. Varios tipos de azul, varios rojos, algún que otro verde, y hasta magenta. Una amplia gama de colores cargados de promesas de revertir el gris oscuro casi negro que ensombrece el día a día.
También era amplia la variedad de mensajes de los candidatos. Estaban los que ofrecían seriedad, los que aseguraban compromiso, quienes garantizaban honradez, los que llamaban a la rebelión, y hasta uno que ofertaba ideas. Todos con el mesiánico discurso de ser la solución. Todos con un objetivo común, "vote hoy, aunque mañana haya de arrepentirse, vote!". Todos con un denominador común en su foto de portada, una lógica y blanqueada sonrisa profident. Y digo lógica, por que es de entender que hace falta mucho blanqueador para ocultar tanto sarro. Sin duda, difícil tarea. Huelga decir que en el centro de la ciudad no faltaban los coches de los partidos lanzando vía megáfono sus últimas ofertas. Como podréis imaginar, mi ilusión por embriagarme de la explosión floral de la primavera, se tornó en la necesidad de embriagarme de una bebida epirituosa cualquiera. Y es que hasta en primavera, resulta difícil ver flores entre tanto capullo (dicho sea sin acritud, ni ánimo de ofender). Al final, el resultado electoral se ha quedado en tablas. Fifty-fifty para los equipos Rojo y Azul, y pleno al One para el equipo Rosa Fucsia (por que no, no es magenta). Durante toda la campaña, todos coincidieron en la manida arenga, "todos juntos, hombro con hombro, saldremos a delante". A juzgar por sus actos en el actual tiempo de pactos, nunca un "todos" fue más excluyente, ni una mentira más repetida. Por lo que a mi respecta, ese aciago viernes, no vi más flores que las de un par de floristerías a mi paso, y ya fuera por la sobredosis propagandística, o por el frío polar, me volví a la Marcueva con un constipado de narices (nunca mejor dicho, ni tan generosas narices). En fin, moraleja, hay que cuidarse del engañoso comienzo de la primavera, puede hasta matarnos.
martes, 20 de marzo de 2012
Amanecer Zulú.
Uno de los temas más recurrentes en el coleccionismo de miniaturas históricas, es el denominado "periodo colonial", que se situa entre la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX.
Basicamente comprendería los hechos, uniformes, batallas, etc, que tuvieron lugar en las diversas colonias europeas de África, Asia, y América, con un especial interés, en lo que a oferta y demanda se refiere, en los dominios del Imperio Británico de la Reina Victoria. Para mi es un periodo muy interesante de trabajar, pues me retrotrae a las aventuras literarias de Rudyard Kipling, y a las adaptaciones cinematográficas de sus novelas, aunque no sea ese el caso particular de la obra que hoy os muestro.
"Amanecer Zulú", es una película inglesa dirigida por Douglas Hickox a finales de los 70, y basada en la novela de título homónimo de Cy Endfield, quien fue también responsable del guión cinematográfico. Cy Endfield, ya había guionizado (y en esa ocasión también dirigido), a mediados de los 60, "Zulú", una película basada en otro mítico suceso enmarcado en la guerra Anglo-Zulú, la batalla de Rorke's Drift.
La viñeta que hoy nos ocupa, la realicé hará una década para la colección privada de A.G.P. Para aquellas personas que no estáis familiarizadas con los tecnicismos de las miniaturas, os diré que se denomina "viñeta", a una composición escenográfica con no más de tres elementos principales (a partir de cuatro, pasaría a ser un "diorama").
La escena representa los hechos acontecidos el 22 de enero de 1879 en KwaZulu-Natal (Zululandia), actual provincia de Sudáfrica. La batalla de Isandhlwana, fue la primera derrota en África del hasta entonces todopoderoso ejército del Imperio británico de la reina Victoria. La superioridad tecnológica/armamentística de los ingleses era obviamente notable, pero la superioridad numérica de los guerreros zulúes del rey Cetshwayo era apabullante. Unos 22.500 zulúes dispuestos a defender con sus vidas su legítimo derecho sobre sus tierras, se echaron encima de unos 2.100 soldados ingleses en la planicie de Isandhlwana. Contaron los pocos blancos que sobrevivieron que la tierra se volvió de pronto negra al amanecer, y que el zumbido de los gritos y cánticos de guerra zulúes era ensordecedor, y aterrador. La batalla acabó como todas, con ambos contingentes contando muertos. Un millar de vidas le costó al reino zulú, dar muerte a unos 1.300 ingleses. En respuesta a la humillante derrota en Isandhlwana, el Imperio británico lanzaría una campaña militar, donde el millar de zulúes muertos aumentaría considerable y vergonzantemente. Y es que la historia colonial acostumbra a escribirse, aún hoy, con sangre, fuego, sudor y lágrimas, muchas, muchas lágrimas.
Cuando pensé en la habitual recomendación musical con la que complementar el presente post, tuve muy claro desde un primer momento quién sería la artista elegida para tal menester, aunque no así la canción. Se dice que madre no hay más que una, y la de África, es sin duda Zensile Makeba, más conocida como Miriam Makeba, y apodada internacional e incontestablemente, "Mamá África". A quienes no tengáis el gusto de saber nada sobre ella, y queráis poner remedio a tal error, os emplazo a ver este vídeo (ver aquí), mientras deleitáis vuestros oidos con su celebérrimo "Pata Pata". En un principio pensé en esta "Zulú song", por motivos obvios. Después en esta "Click song", que es como llamaron los anglosajones al idioma del pueblo zulú, en referencia al cliqueante sonido de algunas de sus consonantes. Más tarde reparé en esta "Khawuleza", que es la palabra con la que los niños negros sudafricanos advertían a sus madres del peligro que se avecinaba con forma de "harry", es decir, de hombre blanco racista.
Por último, no he podido resistirme a subiros la canción de Miriam Makeba que más me ha emocionado, y conmocionado, desde la primera vez que la escuché, hace ya unos cuantos años. "Piece of ground", contiene todo el vigor, honestidad, genialidad, calidez, y calidad humana de esa artista irrepetible, y persona excepcional que fue, es y será Miriam Makeba. Una persona que no dudó en utilizar su incomparable talento artístico para luchar incansablemente, hasta el último día de su vida, contra el racismo y la xenofobia, aún a pesar del alto precio que pagó por su continua defensa de los derechos humanos y civiles.
Dadas las múltiples caras del racismo, y también del colonialismo, nunca está de más recordar que según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros". Bellas palabras, verdad?. Desde luego, el racismo no tiene razón ni conciencia, es indigno del ser humano, y no hace precisamente libre ni a quien lo sufre, ni a quien lo padece. Por mi parte, tengo muy claro que el racismo es una enfermedad de la mente, y también del alma. Lo que no tengo tan claro, es si algún día la raza humana encontrará definitivamente la cura. Escuchando a Miriam Makeba, seguro estaremos más cerca de lograrlo!.
Basicamente comprendería los hechos, uniformes, batallas, etc, que tuvieron lugar en las diversas colonias europeas de África, Asia, y América, con un especial interés, en lo que a oferta y demanda se refiere, en los dominios del Imperio Británico de la Reina Victoria. Para mi es un periodo muy interesante de trabajar, pues me retrotrae a las aventuras literarias de Rudyard Kipling, y a las adaptaciones cinematográficas de sus novelas, aunque no sea ese el caso particular de la obra que hoy os muestro.
"Amanecer Zulú", es una película inglesa dirigida por Douglas Hickox a finales de los 70, y basada en la novela de título homónimo de Cy Endfield, quien fue también responsable del guión cinematográfico. Cy Endfield, ya había guionizado (y en esa ocasión también dirigido), a mediados de los 60, "Zulú", una película basada en otro mítico suceso enmarcado en la guerra Anglo-Zulú, la batalla de Rorke's Drift.
La viñeta que hoy nos ocupa, la realicé hará una década para la colección privada de A.G.P. Para aquellas personas que no estáis familiarizadas con los tecnicismos de las miniaturas, os diré que se denomina "viñeta", a una composición escenográfica con no más de tres elementos principales (a partir de cuatro, pasaría a ser un "diorama").
La escena representa los hechos acontecidos el 22 de enero de 1879 en KwaZulu-Natal (Zululandia), actual provincia de Sudáfrica. La batalla de Isandhlwana, fue la primera derrota en África del hasta entonces todopoderoso ejército del Imperio británico de la reina Victoria. La superioridad tecnológica/armamentística de los ingleses era obviamente notable, pero la superioridad numérica de los guerreros zulúes del rey Cetshwayo era apabullante. Unos 22.500 zulúes dispuestos a defender con sus vidas su legítimo derecho sobre sus tierras, se echaron encima de unos 2.100 soldados ingleses en la planicie de Isandhlwana. Contaron los pocos blancos que sobrevivieron que la tierra se volvió de pronto negra al amanecer, y que el zumbido de los gritos y cánticos de guerra zulúes era ensordecedor, y aterrador. La batalla acabó como todas, con ambos contingentes contando muertos. Un millar de vidas le costó al reino zulú, dar muerte a unos 1.300 ingleses. En respuesta a la humillante derrota en Isandhlwana, el Imperio británico lanzaría una campaña militar, donde el millar de zulúes muertos aumentaría considerable y vergonzantemente. Y es que la historia colonial acostumbra a escribirse, aún hoy, con sangre, fuego, sudor y lágrimas, muchas, muchas lágrimas.
Cuando pensé en la habitual recomendación musical con la que complementar el presente post, tuve muy claro desde un primer momento quién sería la artista elegida para tal menester, aunque no así la canción. Se dice que madre no hay más que una, y la de África, es sin duda Zensile Makeba, más conocida como Miriam Makeba, y apodada internacional e incontestablemente, "Mamá África". A quienes no tengáis el gusto de saber nada sobre ella, y queráis poner remedio a tal error, os emplazo a ver este vídeo (ver aquí), mientras deleitáis vuestros oidos con su celebérrimo "Pata Pata". En un principio pensé en esta "Zulú song", por motivos obvios. Después en esta "Click song", que es como llamaron los anglosajones al idioma del pueblo zulú, en referencia al cliqueante sonido de algunas de sus consonantes. Más tarde reparé en esta "Khawuleza", que es la palabra con la que los niños negros sudafricanos advertían a sus madres del peligro que se avecinaba con forma de "harry", es decir, de hombre blanco racista.
Por último, no he podido resistirme a subiros la canción de Miriam Makeba que más me ha emocionado, y conmocionado, desde la primera vez que la escuché, hace ya unos cuantos años. "Piece of ground", contiene todo el vigor, honestidad, genialidad, calidez, y calidad humana de esa artista irrepetible, y persona excepcional que fue, es y será Miriam Makeba. Una persona que no dudó en utilizar su incomparable talento artístico para luchar incansablemente, hasta el último día de su vida, contra el racismo y la xenofobia, aún a pesar del alto precio que pagó por su continua defensa de los derechos humanos y civiles.
Dadas las múltiples caras del racismo, y también del colonialismo, nunca está de más recordar que según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros". Bellas palabras, verdad?. Desde luego, el racismo no tiene razón ni conciencia, es indigno del ser humano, y no hace precisamente libre ni a quien lo sufre, ni a quien lo padece. Por mi parte, tengo muy claro que el racismo es una enfermedad de la mente, y también del alma. Lo que no tengo tan claro, es si algún día la raza humana encontrará definitivamente la cura. Escuchando a Miriam Makeba, seguro estaremos más cerca de lograrlo!.
miércoles, 7 de marzo de 2012
Galadriel, y las Aguas de marzo.
Por aquello de ser este un año bisiesto, marzo se ha hecho de rogar, pero por fin ha llegado, y con él, sus aguas. Y benditas aguas!, pues como bien escribió, y cantó, allá por los setenta Pablo Guerrero, "tiene que llover, a cántaros". Me temo que demasiados cántaros tendrían que llover para limpiar el empudrecido ambiente que sofoca y oprime esta vieja piel de toro nuestra, pero al menos sus resecos campos lo agradecerán.
El próximo 17 de marzo se cumplirán los 67 años del nacimiento en Porto Alegre de la Voz de Brasil, Elis Regina. Desgraciadamente, el pasado enero del presente año se cumplieron 30 de su muerte. El triste y prematuro desenlace de su vida, tuvo lugar en Sao Paulo. A ella, que controlaba la voz y el tempo como nadie, se le fue la mano con un mortal cocktail de alcohol y tranquilizantes. Hay quien dice que la mano larga, y negra, fue la de la dictadura militar brasileira, a quienes Elis había criticado pública y contundentemente en numerosas ocasiones. Fuera como fuere, tenía 36 años, toda una vida por delante, y toda una historia cantada por detrás. Elis Regina llegó a este mundo en un mes de marzo, como las aguas. Yo lo hice el mismo año en el que ella grabó, con Antonio Carlos Jobim, la maravillosa canción "Aguas de marzo". No, esto no quiere decir nada, salvo que me gustan los juegos del azar.
De niño me encantaba sentarme a escuchar los vinilos de mis padres. Recuerdo el aparatoso y viejo tocadiscos. Era muy feo, pero en cuanto hacía girar y sonar los discos, a mí me parecía el aparato más hermoso del mundo. Podía pasarme horas viendo cómo aquella aguja surcaba las espirales del vinilo transformándolas en sonido. Y mi mente, como aquel viejo aparato, no se cansaba de surcar mundos imaginarios al compás de aquellas bellas canciones. Sentía una reconfortante paz, y un profundo sosiego viendo el simple girar de los discos. Había algo mágico en aquel rotar y sonar constante. Aún hoy, desvelado el misterio técnico, sigue resultándome cosa de magia sentir emanar la música, con el girar de un disco.
Todos los vinilos ejercían sobre mí una fascinación cautivadora, pero no todos lo hacían con la misma intensidad. Estéticamente me encantaban los Singles. Me resultaba un formato más manejable, como de niño. El problema es que la magia, se rompía antes que con los LP, y siempre con el estridente saltar de la aguja. Pero recuerdo dos Singles en concreto con los que no me importaba. Volvía a colocar una y otra vez la aguja en el principio, y era como el ciclo de la vida, que termina para volver a empezar. Uno era de Joan Baez. El otro de Elis Regina. El de Baez, viejo y cansado del voltear del tiempo, forma parte hoy de mi colección de vinilos. El de Elis, como ella, desapareció un día, para no volver jamás. Pero recuerdo bien aquella foto en blanco y negro de la portada. No podría olvidarla, aunque me lo propusiera. Aquella mirada limpia y expresiva. Aquella sonrisa infinita que dibujaba su alma transparente en el rostro. Aquella mujer era a mis ojos arrebatadora, misteriosa y cautivadora como una Reina elfa.
Cuando leí por primera vez "El Señor de los anillos", Galadriel sonaba en mi cabeza con la voz de Elis Regina. Quizás por eso, se convirtiera en uno de los personajes que más me atrajo desde una primera lectura. Sí, ya sé que la una era alta y rubia, y la otra pequeñita y morena, pero más allá de lo visible, allí donde se necesitan los cinco sentidos para ver, para mi son una misma esencia, inmortales. Hace unos 6 años, hice esta figura para Fontegrís. "La Dama del espejo", fue un intento de plasmar en miniatura todo aquello que para mí suponía Galadriel, y todo lo que significaba Elis Regina. No lo conseguí, pero al menos tengo una buena razón para volver a intentarlo. ¿Quién sabe?, tal vez algún día sea capaz de reflejar en una miniatura todo lo que son para mí Elis y Galadriel. Una fascinación sosegante, una alegría perenne, una voz cálida como el sol de la mañana, una luz brillando en una noche cerrada, la fuerza indómita de la fragilidad latente, el fin de nada y el medio de todo, un detenerse el tiempo a cada instante, un susurro de agua clara, el repiquetear de la lluvia en la ventana... son las aguas de marzo, una promesa de vida en nuestro corazón.
Salve! O Reina Elis!!.
El próximo 17 de marzo se cumplirán los 67 años del nacimiento en Porto Alegre de la Voz de Brasil, Elis Regina. Desgraciadamente, el pasado enero del presente año se cumplieron 30 de su muerte. El triste y prematuro desenlace de su vida, tuvo lugar en Sao Paulo. A ella, que controlaba la voz y el tempo como nadie, se le fue la mano con un mortal cocktail de alcohol y tranquilizantes. Hay quien dice que la mano larga, y negra, fue la de la dictadura militar brasileira, a quienes Elis había criticado pública y contundentemente en numerosas ocasiones. Fuera como fuere, tenía 36 años, toda una vida por delante, y toda una historia cantada por detrás. Elis Regina llegó a este mundo en un mes de marzo, como las aguas. Yo lo hice el mismo año en el que ella grabó, con Antonio Carlos Jobim, la maravillosa canción "Aguas de marzo". No, esto no quiere decir nada, salvo que me gustan los juegos del azar.
De niño me encantaba sentarme a escuchar los vinilos de mis padres. Recuerdo el aparatoso y viejo tocadiscos. Era muy feo, pero en cuanto hacía girar y sonar los discos, a mí me parecía el aparato más hermoso del mundo. Podía pasarme horas viendo cómo aquella aguja surcaba las espirales del vinilo transformándolas en sonido. Y mi mente, como aquel viejo aparato, no se cansaba de surcar mundos imaginarios al compás de aquellas bellas canciones. Sentía una reconfortante paz, y un profundo sosiego viendo el simple girar de los discos. Había algo mágico en aquel rotar y sonar constante. Aún hoy, desvelado el misterio técnico, sigue resultándome cosa de magia sentir emanar la música, con el girar de un disco.
Todos los vinilos ejercían sobre mí una fascinación cautivadora, pero no todos lo hacían con la misma intensidad. Estéticamente me encantaban los Singles. Me resultaba un formato más manejable, como de niño. El problema es que la magia, se rompía antes que con los LP, y siempre con el estridente saltar de la aguja. Pero recuerdo dos Singles en concreto con los que no me importaba. Volvía a colocar una y otra vez la aguja en el principio, y era como el ciclo de la vida, que termina para volver a empezar. Uno era de Joan Baez. El otro de Elis Regina. El de Baez, viejo y cansado del voltear del tiempo, forma parte hoy de mi colección de vinilos. El de Elis, como ella, desapareció un día, para no volver jamás. Pero recuerdo bien aquella foto en blanco y negro de la portada. No podría olvidarla, aunque me lo propusiera. Aquella mirada limpia y expresiva. Aquella sonrisa infinita que dibujaba su alma transparente en el rostro. Aquella mujer era a mis ojos arrebatadora, misteriosa y cautivadora como una Reina elfa.
Cuando leí por primera vez "El Señor de los anillos", Galadriel sonaba en mi cabeza con la voz de Elis Regina. Quizás por eso, se convirtiera en uno de los personajes que más me atrajo desde una primera lectura. Sí, ya sé que la una era alta y rubia, y la otra pequeñita y morena, pero más allá de lo visible, allí donde se necesitan los cinco sentidos para ver, para mi son una misma esencia, inmortales. Hace unos 6 años, hice esta figura para Fontegrís. "La Dama del espejo", fue un intento de plasmar en miniatura todo aquello que para mí suponía Galadriel, y todo lo que significaba Elis Regina. No lo conseguí, pero al menos tengo una buena razón para volver a intentarlo. ¿Quién sabe?, tal vez algún día sea capaz de reflejar en una miniatura todo lo que son para mí Elis y Galadriel. Una fascinación sosegante, una alegría perenne, una voz cálida como el sol de la mañana, una luz brillando en una noche cerrada, la fuerza indómita de la fragilidad latente, el fin de nada y el medio de todo, un detenerse el tiempo a cada instante, un susurro de agua clara, el repiquetear de la lluvia en la ventana... son las aguas de marzo, una promesa de vida en nuestro corazón.
Salve! O Reina Elis!!.
jueves, 23 de febrero de 2012
Viaje a ninguna parte
Si uno acostumbra a mirar con consciencia el mundo que le rodea, y además es lo suficientemente inconsciente como para preguntarse, ¿a dónde vamos?, lo normal es que se responda, a ninguna parte.
Si no... debería hacérselo mirar por un especialista, pues resulta evidente que padece algún transtorno que lo mantiene sumido en una permanente percepción subjetiva de la realidad. Espero que ninguna persona se sienta ofendida por mi afirmación, pues no está en ello mi intención, aunque claro está que no faltará la persona mal tomada que, mientras lee estas líneas, piense que sólo un loco se pregunta y responde a sí mismo. Eso prueba que cualquier persona, aún transtornada, puede hacer dos cosas a la vez, y además, es muy posible que esté en lo cierto. Pero, amigo mío, siempre es más saludable un loco conocido que un transtornado anónimo.
Lo cierto es que cuando salgo a la calle, y deambulo entre mis congéneres, tengo la sensación de que el tiempo transcurre más deprisa para la mayoría. Todo el mundo corre de un lado a otro como si el día, fuera a acabarse definitívamente mañana. Existe una galopante preocupación por el cada día más incierto futuro. Y no es para menos. Corren acelerádamente hasta la extenuación para llegar a mañana lo más pronto posible, sin ser muy conscientes de que el mañana, no es sino la consecución lógica del hoy, y se vaya con más o menos prisa, mañana llegará inexoráblemente, puntual a su cita, como siempre. Entonces el hoy, sin apenas darnos cuenta, será mañana el ayer. Y es que quizás el futuro no sea sino el retorno al pasado, el ayer ya vivido pero de nuevo olvidado.
Si asomamos las narices a Suramérica o África, nos damos cuenta que hemos vuelto (si es que alguna vez nos fuimos) a los tiempos del colonialismo. Si volvemos la vista a Oriente Medio, veremos que caminamos hacia el tiempo de las cruzadas, de conquistas y reconquistas. Si nos paramos a medir el espacio vertical que separa a quienes ostentan el poder, es decir los mercados, del resto de los mortales, es decir quienes sustentan el peso de sus abusos, comprobaremos que retrocedemos al feudalismo más rancio y grotesco del Medioevo. Es frágil la memoria de los seres humanos, y yo creo que la vida, como el planeta Tierra, es redonda; un devenir de ciclos que se suceden en una constante sucesión de círculos, más o menos, concéntricos, que nos hacen caminar hacia delante para volver una y otra vez al mismo punto. Como un hamster en su rueda, pero sin frutos secos de premio.
Decía Albert Einstein que "para quienes creemos en la física, no existe diferencia alguna entre presente, pasado y futuro". Ese caminar hacia delante para volver atrás, puede ser una prueba de la veracidad de las palabras de Einstein, pero, ¿Quién sabe?, tal vez la mayoría esté dejando de creer en la física, pues resulta evidente la existencia cada vez más diferenciadora entre los tres tiempos. El pasado, en el mejor de los casos, se ningunea olvidándolo, en el peor, se malea, tergiversa y reescribe a conveniencia de política y mercados. El presente sólo existe para magnificar el futuro, y para correr hacia él como si las plazas del pasaje fueran limitadas. Y el futuro... no es más que una quimera, que si está en algún sitio, será muy probáblemente en ninguna parte. Y si ninguna parte está en ningún lado, y a la vez en cualquier sitio... ¿por qué no quedarse uno donde está?.
Y eso es lo que debieron preguntarle su abnegado guía, y su resignada montura, a Helena, la caprichosa princesa exploradora de las "Amazonas del Este", y principal protagonista de la obra que os traigo hoy a este espacio. Con el título de "Viaje a ninguna parte", realicé esta viñeta hace unos años para la colección de fantasía del catálogo de Fontegrís. Cuando la diseñé, trabajé sin referente alguno, aunque creo que se hicieron latentes algunas influencias. Conforme iba tomando forma en mi cabeza, empezó a surgir toda una historia que envolvía y justificaba el personaje de Helena, y sus dos pintorescos acompañantes, Blurp el guía, y el viejo Chiscol. Un cuento en el que narro el periplo del viaje iniciático que emprenden estos tres seres, a través de un mundo imaginario, pero no muy distinto del nuestro, en busca de una respuesta. ¿Qué hay más allá de ninguna parte?. La incontenible necesidad de despejar tal incógnita, les llevará a cruzar frondosos bosques, escarpadas montañas y áridos desiertos. Todo en busca de un sueño, descubrir que se esconde en ese lugar ignoto que llaman ninguna parte. Os confesaré que a mi me encanta descubrir mundos desconocidos, como el futuro, por ejemplo. Pero... me pasa lo que a ese Perro de nombre Juan (o era Santiago?), que no me apetece hacerlo viajando en una nave estelar. Prefiero surcar esos mundos plácidamente tumbado a la sombra de una higuera, fumándome la vida, y exprimiendo el presente, mientras espero paciéntemente a que él, el presente, me traiga el futuro como cada día, puntual a su cita.
Si no... debería hacérselo mirar por un especialista, pues resulta evidente que padece algún transtorno que lo mantiene sumido en una permanente percepción subjetiva de la realidad. Espero que ninguna persona se sienta ofendida por mi afirmación, pues no está en ello mi intención, aunque claro está que no faltará la persona mal tomada que, mientras lee estas líneas, piense que sólo un loco se pregunta y responde a sí mismo. Eso prueba que cualquier persona, aún transtornada, puede hacer dos cosas a la vez, y además, es muy posible que esté en lo cierto. Pero, amigo mío, siempre es más saludable un loco conocido que un transtornado anónimo.
Lo cierto es que cuando salgo a la calle, y deambulo entre mis congéneres, tengo la sensación de que el tiempo transcurre más deprisa para la mayoría. Todo el mundo corre de un lado a otro como si el día, fuera a acabarse definitívamente mañana. Existe una galopante preocupación por el cada día más incierto futuro. Y no es para menos. Corren acelerádamente hasta la extenuación para llegar a mañana lo más pronto posible, sin ser muy conscientes de que el mañana, no es sino la consecución lógica del hoy, y se vaya con más o menos prisa, mañana llegará inexoráblemente, puntual a su cita, como siempre. Entonces el hoy, sin apenas darnos cuenta, será mañana el ayer. Y es que quizás el futuro no sea sino el retorno al pasado, el ayer ya vivido pero de nuevo olvidado.
Si asomamos las narices a Suramérica o África, nos damos cuenta que hemos vuelto (si es que alguna vez nos fuimos) a los tiempos del colonialismo. Si volvemos la vista a Oriente Medio, veremos que caminamos hacia el tiempo de las cruzadas, de conquistas y reconquistas. Si nos paramos a medir el espacio vertical que separa a quienes ostentan el poder, es decir los mercados, del resto de los mortales, es decir quienes sustentan el peso de sus abusos, comprobaremos que retrocedemos al feudalismo más rancio y grotesco del Medioevo. Es frágil la memoria de los seres humanos, y yo creo que la vida, como el planeta Tierra, es redonda; un devenir de ciclos que se suceden en una constante sucesión de círculos, más o menos, concéntricos, que nos hacen caminar hacia delante para volver una y otra vez al mismo punto. Como un hamster en su rueda, pero sin frutos secos de premio.
Decía Albert Einstein que "para quienes creemos en la física, no existe diferencia alguna entre presente, pasado y futuro". Ese caminar hacia delante para volver atrás, puede ser una prueba de la veracidad de las palabras de Einstein, pero, ¿Quién sabe?, tal vez la mayoría esté dejando de creer en la física, pues resulta evidente la existencia cada vez más diferenciadora entre los tres tiempos. El pasado, en el mejor de los casos, se ningunea olvidándolo, en el peor, se malea, tergiversa y reescribe a conveniencia de política y mercados. El presente sólo existe para magnificar el futuro, y para correr hacia él como si las plazas del pasaje fueran limitadas. Y el futuro... no es más que una quimera, que si está en algún sitio, será muy probáblemente en ninguna parte. Y si ninguna parte está en ningún lado, y a la vez en cualquier sitio... ¿por qué no quedarse uno donde está?.
Y eso es lo que debieron preguntarle su abnegado guía, y su resignada montura, a Helena, la caprichosa princesa exploradora de las "Amazonas del Este", y principal protagonista de la obra que os traigo hoy a este espacio. Con el título de "Viaje a ninguna parte", realicé esta viñeta hace unos años para la colección de fantasía del catálogo de Fontegrís. Cuando la diseñé, trabajé sin referente alguno, aunque creo que se hicieron latentes algunas influencias. Conforme iba tomando forma en mi cabeza, empezó a surgir toda una historia que envolvía y justificaba el personaje de Helena, y sus dos pintorescos acompañantes, Blurp el guía, y el viejo Chiscol. Un cuento en el que narro el periplo del viaje iniciático que emprenden estos tres seres, a través de un mundo imaginario, pero no muy distinto del nuestro, en busca de una respuesta. ¿Qué hay más allá de ninguna parte?. La incontenible necesidad de despejar tal incógnita, les llevará a cruzar frondosos bosques, escarpadas montañas y áridos desiertos. Todo en busca de un sueño, descubrir que se esconde en ese lugar ignoto que llaman ninguna parte. Os confesaré que a mi me encanta descubrir mundos desconocidos, como el futuro, por ejemplo. Pero... me pasa lo que a ese Perro de nombre Juan (o era Santiago?), que no me apetece hacerlo viajando en una nave estelar. Prefiero surcar esos mundos plácidamente tumbado a la sombra de una higuera, fumándome la vida, y exprimiendo el presente, mientras espero paciéntemente a que él, el presente, me traiga el futuro como cada día, puntual a su cita.
martes, 14 de febrero de 2012
Dragones, Geishas, y Diosas.
Cuenta la leyenda (que siempre resulta más místico que decir que se lo inventa uno mismo), que en otro espacio y tiempo diferente al nuestro, hubo un dragón caprichoso que mantuvo cautiva a una geisha durante más de doce años, hasta que fue liberada por una guerrera de acero templado y pies ligeros. Pero las leyendas, no siempre cuentan la verdad de los hechos. Y menos aún, aquellas que como ésta acontecieron en el rincón más misterioso del Imperio Tang, las "Islas del Delirio", así llamadas por que en ellas nunca es nada lo que parece.
Así comienza una fábula escrita para el libro de arte fantástico en el que llevo tiempo trabajando. "La favorita del Lug", es el título de la presente viñeta realizada para el catálogo de Fontegrís, y que se ha puesto a la venta el pasado día dos del presente mes. Cierto es que tratándose de dragones, la controversia está servida, pues es muy diferente el concepto que se tiene de ellos en las distintas partes del mundo. Si bien en aquellas zonas de influencia cristiana, hebrea, o persa, son vistos como seres monstruosos que simbolizan el mal, para las culturas prehispánicas de mesoamérica y suramérica, y muy especialmente en oriente, son considerados seres protectores y símbolo de buena fortuna.
Quedaría muy bien deciros que la hice aprovechando que este 2012 es el año del dragón (según el calendario chino), pero os mentiría, por que lo cierto es que ha sido simple casualidad. De tal evento me enteré ya pasado el año nuevo chino, escuchando a Juan Pablo Silvestre y su "Mundo Babel" en Radio3. La idea de la pieza llevaba mucho tiempo cocinándose en mi cabeza, pues hacía mucho que Fontegrís venía reclamándome un dragón, pero fue a principios del pasado verano cuando la materialicé. Por simple casualidad también, mientras trabajaba en ella, tuve el placer de conocer personalmente a Ciruelo (Artista argentino y autor de "El Gran libro del Dragón", ambos básicos para todo buen amante de los dragones). Un mes más tarde, cuando hube terminado la pieza, volví a reencontrarme con Ciruelo. La simple casualidad volvía a repetirse.
Que los dragones son seres míticos de los universos fantásticos, y patrimonio universal del imaginario colectivo, nadie lo pone en duda. Que son seres ancestrales extinguidos, con una conexión mágica entre las primitivas fuerzas de la naturaleza y el universo, es mucho más que discutible. Para una mente lógica y pragmática (como la mía, por ejemplo), la respuesta es evidente, los dragones son seres mitológicos, y por lo tanto, fantásticos, irreales. Pero la semana pasada recibí un email que me hizo reflexionar sobre lo facilmente que los seres humanos confundimos realidad con ficción.
El email me lo envió una buena amiga, con nombre de diosa frígia, y una marcada vena literaria donde el resto de los mortales tenemos la horta. Mi querida amiga me contaba en él, a cuento de mi dragón, una historia tan bella, que no puedo, ni quiero, reprimir las ganas de compartir con vosotr@s textualmente. Decía así: "Hablando de dragones ¿sabes que teníamos uno en Madrid? O al menos eso decía mi padre. Vivía bajo la escalera y se llamaba Pepín. Gracias a él, Flavia y yo nunca tuvimos miedo por la noche, porque ya sabíamos quién era el vigilante de la casa ;)". Cibeles era entonces una niña, inocente y crédula, a merced del bien intencionado ardid de su padre. Un par de días después de recibir el email de mi amiga, leí en el periódico, por casualidad, una entrevista a la filósofa y física india Vandana Shiva, donde decía, entre otras interesantes disertaciones, esto: "Desde el auge de la industrialización, el capitalismo patriarcal ha modelado un mundo dominado por el dinero, los mercados y el poder. Y en ese proceso la naturaleza, las personas y la producción real van desapareciendo, porque lo que importa son las finanzas. Y las finanzas son ficción, porque se basan en la especulación. ¡Así que en definitiva, lo que pasa es que la ficción destruye el mundo real!".
Estoy muy de acuerdo con la afirmación de Vandana, y me pregunto cómo es posible que, sin la disculpa de la tierna infancia, los seres humanos tengamos tantas dificultades para distinguir realidad de ficción. Y recuerdo, y esta vez no es por casualidad, sino por causalidad, lo que acostumbra a decir un amigo, que a él, la única realidad que le interesa, es la que le cuenten a través de una buena historia de ficción. Y es que en este mundo enajenado, parece que cada día resulta más difícil discernir entre hechos probados, y supuestos más o menos fundados; entre la realidad del pragmatismo, y la ficción de la especulación. ¿Quién sabe?, tal vez la casualidad sea tan real como los dragones, y la causalidad tan ficticia como las finanzas. En cualquier caso, parece que el mundo está lleno de múltiples y variopintos dragones, y lo que es una realidad, es que entre los que acumulan riquezas y los que escupen fuego, este mundo nuestro cada vez se parece más a esas "Islas del Delirio" de las que os hablaba al comienzo de este post. Sí, esas de las que da cuenta la leyenda.
Os dejo con un video-clip, por obra y gracia de Fontegrís. Grrrrrrauuuuu!!!!!!!!!!!!
Así comienza una fábula escrita para el libro de arte fantástico en el que llevo tiempo trabajando. "La favorita del Lug", es el título de la presente viñeta realizada para el catálogo de Fontegrís, y que se ha puesto a la venta el pasado día dos del presente mes. Cierto es que tratándose de dragones, la controversia está servida, pues es muy diferente el concepto que se tiene de ellos en las distintas partes del mundo. Si bien en aquellas zonas de influencia cristiana, hebrea, o persa, son vistos como seres monstruosos que simbolizan el mal, para las culturas prehispánicas de mesoamérica y suramérica, y muy especialmente en oriente, son considerados seres protectores y símbolo de buena fortuna.
Quedaría muy bien deciros que la hice aprovechando que este 2012 es el año del dragón (según el calendario chino), pero os mentiría, por que lo cierto es que ha sido simple casualidad. De tal evento me enteré ya pasado el año nuevo chino, escuchando a Juan Pablo Silvestre y su "Mundo Babel" en Radio3. La idea de la pieza llevaba mucho tiempo cocinándose en mi cabeza, pues hacía mucho que Fontegrís venía reclamándome un dragón, pero fue a principios del pasado verano cuando la materialicé. Por simple casualidad también, mientras trabajaba en ella, tuve el placer de conocer personalmente a Ciruelo (Artista argentino y autor de "El Gran libro del Dragón", ambos básicos para todo buen amante de los dragones). Un mes más tarde, cuando hube terminado la pieza, volví a reencontrarme con Ciruelo. La simple casualidad volvía a repetirse.
Que los dragones son seres míticos de los universos fantásticos, y patrimonio universal del imaginario colectivo, nadie lo pone en duda. Que son seres ancestrales extinguidos, con una conexión mágica entre las primitivas fuerzas de la naturaleza y el universo, es mucho más que discutible. Para una mente lógica y pragmática (como la mía, por ejemplo), la respuesta es evidente, los dragones son seres mitológicos, y por lo tanto, fantásticos, irreales. Pero la semana pasada recibí un email que me hizo reflexionar sobre lo facilmente que los seres humanos confundimos realidad con ficción.
El email me lo envió una buena amiga, con nombre de diosa frígia, y una marcada vena literaria donde el resto de los mortales tenemos la horta. Mi querida amiga me contaba en él, a cuento de mi dragón, una historia tan bella, que no puedo, ni quiero, reprimir las ganas de compartir con vosotr@s textualmente. Decía así: "Hablando de dragones ¿sabes que teníamos uno en Madrid? O al menos eso decía mi padre. Vivía bajo la escalera y se llamaba Pepín. Gracias a él, Flavia y yo nunca tuvimos miedo por la noche, porque ya sabíamos quién era el vigilante de la casa ;)". Cibeles era entonces una niña, inocente y crédula, a merced del bien intencionado ardid de su padre. Un par de días después de recibir el email de mi amiga, leí en el periódico, por casualidad, una entrevista a la filósofa y física india Vandana Shiva, donde decía, entre otras interesantes disertaciones, esto: "Desde el auge de la industrialización, el capitalismo patriarcal ha modelado un mundo dominado por el dinero, los mercados y el poder. Y en ese proceso la naturaleza, las personas y la producción real van desapareciendo, porque lo que importa son las finanzas. Y las finanzas son ficción, porque se basan en la especulación. ¡Así que en definitiva, lo que pasa es que la ficción destruye el mundo real!".
Estoy muy de acuerdo con la afirmación de Vandana, y me pregunto cómo es posible que, sin la disculpa de la tierna infancia, los seres humanos tengamos tantas dificultades para distinguir realidad de ficción. Y recuerdo, y esta vez no es por casualidad, sino por causalidad, lo que acostumbra a decir un amigo, que a él, la única realidad que le interesa, es la que le cuenten a través de una buena historia de ficción. Y es que en este mundo enajenado, parece que cada día resulta más difícil discernir entre hechos probados, y supuestos más o menos fundados; entre la realidad del pragmatismo, y la ficción de la especulación. ¿Quién sabe?, tal vez la casualidad sea tan real como los dragones, y la causalidad tan ficticia como las finanzas. En cualquier caso, parece que el mundo está lleno de múltiples y variopintos dragones, y lo que es una realidad, es que entre los que acumulan riquezas y los que escupen fuego, este mundo nuestro cada vez se parece más a esas "Islas del Delirio" de las que os hablaba al comienzo de este post. Sí, esas de las que da cuenta la leyenda.
Os dejo con un video-clip, por obra y gracia de Fontegrís. Grrrrrrauuuuu!!!!!!!!!!!!
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